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viernes, enero 23, 2009

Nubes Ligeras

Camino junto al nuevo muro de contención construido por militares haraganes que toman coca-cola y chismean mientras montan 20 bloques al día (de seguir así el muro llegara a la playa cuando yo sea anciano). ¿Que intentan con eso? el panorama del campo militar es bello después de las lluvias. A lo lejos varios pares de orejas de conejos y liebres sobresalen en el alfombrado verde. Al llegar a acceso al mar un perro me rebasa por la izquierda, se detiene me mira, orina y poste y después sigue corriendo frente hacia la playa. El viento de la playa empieza a templar mi cuerpo, hacia días que no caminaba por aquí. El perro grande y blanquinegro corre hacia mí y hacia la playa como presumiendo su rápido andar mientras yo camino torpemente en la arena. Y tras cruzar escasas dunas de arena tengo recibo el mar frente a mí, con el reflejo del son centelleando cerca de la orilla y cejando mientras intento tomar fotografías mentales del momento. Pero hoy no vine a encandilarme hasta el atardecer, necesito encontrar un lugar donde sentarme y leer a luz de ocaso. Un capricho literario de última hora, de segunda mano quizá. Veo como el can sigue corre y se inyecta en el mar, y después se sacude para correr en persecución de unos pichones que asustados vuelan sobre la arena mojada de la orilla. Ese perro es más feliz que yo, definitivamente lo es. E inmediatamente después de convocarme a la nostalgia en la que he caído salgo rápidamente pues ya estoy listo para ello así como un salvavidas con experiencia se levanta de su silla y corre presuroso al menor grito de auxilio. Digo para mi mismo, como siempre, que lo más importante es la inteligencia, que esa es la responsabilidad humana, pensar, que es la gran cualidad que hemos desarrollado de la naturaleza, más allá de los sentimientos y sensaciones que podemos experimentar, nuestra cualidad diferencial y determinante. Me siento y abro el libro, y encuentro un prologo más completo y profundo que muchos libros enteros que he leído antes, realmente este hombre conocía de la mente humana, pero no tardo en dejar de asimilarlo. Un clásico como el Quijote no es fácil de digerir como un helado de chocolate, sino que se asemeja mucho mas a un trozo de carne sobre el cual hay que masticar cada parte en más de dos ocasiones para no atragantarnos y terminar tosiéndolo todo. Leo en voz alta mientras la luz se va haciendo menos. Miro a mi izquierda y el perro me mira fijamente. ¿Sigue mofándose de mi? antes de que salga de mi sorpresa hecha a correr rumbo al mar nuevamente al tiempo que me doy cuenta que la luz es casi nula y mejor sería levantarme y caminar de regreso, que las nubes me han decepcionado hoy, y libro y perro han conspirado también para burlarse de mi, el primero de mi entendimiento y el segundo de mi sentir. Veo como el sol es tragado por el mar envuelto en cómodas nubes, despidiéndose y nuevamente, con la promesa de estar ahí mañana nuevamente.