SuperLunes
Parte I
En la ducha, mientras me enjabonaba la cabeza de una forma un tanto salvaje y dolorosa, pensaba en como limpiar la casa de la manera más rápida posible. Había pasado toda la mañana jugando en línea, leyendo trivialidades, pero había prometido a mi madre tener la casa en orden cuando ella llegara. Y aunque en todo ese tiempo estuve pensando en mis responsabilidades, seguí en el ocio sin hacer mucho caso al remordimiento. Cerré una llave, la del agua caliente, y unos instantes después, no sin antes recibir un golpe de agua helada, cerré la otra. Me seque tan rápido como pude, medio cuerpo dentro del baño, y la otra mitad mientras caminaba a mi cuarto. Es una pesadilla el quehacer. No tenía idea alguna de por dónde empezar, y no, para nada era la primera vez que lo hacía, pero siempre es lo mismo, todo está en sincronizado caos. Tendí camas, barrí el piso, después los tapetes, y nuevamente el piso. Saque la ropa sucia, metí la ropa seca, sacudí los muebles, volví a barrer el piso, y al llegar a la cocina decidí sacar la basura, cuando estuve en el patio pensé barrerlo, y lo hice, y después la banqueta, y entonces recordé haber dejado la cocina sin asear y regrese. Guarde los periódicos debajo de la vitrina, los zapatos dentro de los armarios, y los vasos los escondí debajo de los platos grandes, así el desorden se disimula, cuando menos superficialmente. Faltan cinco minutos para la hora pero la casa estaba lista, tiempo record. Encendí la computadora y minutos después me distrajeron las luces que siempre se reflejan junto al escritorio cuando el auto de mi madre esta frente a la casa. Salí sin razón alguna, intente hacerle platica de una forma estúpida, como intentando distraerla para que no entrara a la casa, ¡pero si la limpie!, me sentí imbécil y cuando me pregunto que a donde iba busque una escusa, y le dije que me dirigía a comprar galletas a la tienda de la esquina, pero estaba cerrada. Entramos y le comente de un negocio de venta de perfumería que un amigo argentino había contactado en sus viajes por Italia. No le dio mucha importancia al tema, y yo tampoco.
Parte II
Comimos huevos con chorizo español y machaca preparada por mi abuela, mientras en la televisión pasaba una telenovela de trama simple y con personajes exagerados. Le dije a mi madre que iría a cinearte, que era lunes y pasarían Amelie, una película muy interesante pero que casi no entendí la primera vez que la vi pues estaba concentrado en los labios, las manos y los senos de Ana. Después de recibir algo de dinero, treinta pesos exactamente, camine a la calle y tome el microbús 173 ruta Ampliación Chapultepec, me senté en la tercera fila del lado izquierdo. Después de varios minutos de acelere y frenos instantáneos, llegamos al reloj checador, y en la ventana de la casa junto se podía ver un letrero que ofrecía perfumería italiana. Había un teléfono {XXX4436} y su dirección en la 12 SXr #173. Mis ilusiones financieras murieron rápidamente. El camión con forma de ambulancia siguió hasta el centro. Estaba concentrado e/o ido en algún asunto importantísimo, como calcular la cantidad de asfalto que tendría esa avenida, cuando me di cuenta que me había pasado de parada. Espere dos cuadras hasta llegar a la siguiente. Ya en suelo firme troté hacia los videojuegos de Nicole, la señora afroamericana de trato amable que tenia consolas ochenteras de todo tipo de juegos clásicos. Esperaba encontrarlo abierto y así romper con la norma de visitarla justamente los días que, ella, tenía algo más importante que hacer que abrir su negocio de 4 clientes al día (personalmente yo encontraría cualquier cosa más importante y no la culpo de no estar ahí en lunes por la tarde), OPEN. Estaba sentada viendo televisión. Cuando me vio pareció despertar de un letargo como si no hubiera visto seres humanos en meses. Le pedí cinco fichas para jugar pero hizo un gesto y dijo que eso podía esperar, después me invito a sentarme frente al mostrador. Me sentí un poco incomodo pero accedí, y comenzamos a conversar sobre su país, un poco sobre México, sobre sus ideas de interculturizar su “changarro”, me enlisto los nuevos artefactos, un mapamundi, una guitarra, una bandera mexicana y un tapete con un mexicano y su cardón, un desierto y un teocali bordados. Pensé en la guitarra, y fui por ella, pero cuando intente dejarla en su lugar era tarde ya y ella me había invitado a usarla. Torpemente repitiendo el mismo acorde una y otra vez, con diferentes rasgueos para sentir que realmente estaba haciendo algo de música, pero Nicole le parecía bien, pero desistí y preferí volver a la charla anti racista y cultural con la señora. Entonces llego alguien, de quien no recuerdo su nombre, nos presentamos e inmediatamente la dueña nos invito a jugar unas retas en el Árcade más viejo de su local. El tipo estaba ebrio, pero no importaba demasiado. Jugamos Galaxian y gane, después Dig Dug y volví a ganar, Jugamos Frogger y perdí, volvimos a jugar y perdí nuevamente. Después de eso le pedí la hora a Nicole, faltaban 7 minutos para la película, me despedí y marche rumbo a CEARTE.
Parte III
Tres cuadras nada más. Llegue cuando un gordo de barba poco poblada estaba narrando, con un porte de erudito en artes, algunas de las partes más interesantes de la película. Me senté frente a Andrea García, y mientras el filme transcurría recordé ese día ridículo y angustioso en la sala cómoda de Ana Silvia. Magda y Maryel entraron a la sala, pero no tenía intenciones de levantarme y sentarme donde ellas para sacrificar mi asiento de segunda fila. Los punko-crudos de la traila llegaron también pero no entraron a la sala (al verlos pienso que el punk está muerto, o cuando menos demasiado drogado para elaborar un buen plan de rebelión y anarquía). Después Eliot, con un gato dentro de su chamarra, y su novia aparecieron fuera de la sala también. Por un momento Andrea poso su cabeza en mi hombro y me estremecí en una mezcla de cosquilleo y nervios, pero duro poco. Termino la película y fuera de la sala charle un rato con Eliot sobre el nombre de su gato y los calendarios precolombinos, seguramente la mejor opción para el nombre de su gato seria su tzol-kin maya. Magda nos invito a comer tacos a Maryel y a mí, y por más que lo intente, poco más de dos segundos de resistencia, no pude negarme. Comimos un taco cada uno mientras ella relataba su viaje a estados unidos y las nuevas paranoias religiosas de su madre, y yo narraba mi experiencia psicotrópica del fin de semana. Volvimos a la plaza de las artes para esperar a la madre de Maryel, y encontré a Raudel sentado en la baqueta, no dude en pasar a molestarlo, pero su madre llego rápido y no hubo tiempo de socializar mucho. Entonces recordé que el lunes pasado a esa hora estaba, igualmente parado junto a las mismas dos tipas, antes de ir a la parada de autobuses y tomar un Ciprés Chapultepec donde viajaba también a Dania, sentada en la primer fila a la derecha, y ella era quien me había invitado a la tokada del sábado anterior. Recordé como, un tanto ebrio y otro tanto retrasado, le dije “te quiero” al oído mientras nos despedíamos, justo antes de que saliera cuasicorriendo de la CROC. Entonces le conté a Magda como esperarla el lunes anterior había alterado toda mi semana, y lo describí una aburrida reseña. Llego su madre por ellas, y yo igual trote hacia Floresta y Juárez, imaginando a la madre de Mariel preguntando quien era ese tipo que siempre las acompañaba y después salía corriendo.
Parte IV
Cruzaba López Mateos cuando pensé que me encontraría de nuevo con Dania, algo bastante improbable, pero me gusto la idea y di por hecho que así sería. Seguí caminando a paso apresurado cruzando la oficina de telégrafos y el DIF sin prestarles demasiada atención. Al cruzar el Seguro Popular pensé en la estafa política que es México. Llegue a la parada y espere a que pasara “mi” camión. Paso un Pórticos, después un AMP Indeco, y un villa colonial. !! Hice la parada inmediatamente, ahí estaba ella, sentada en la primera fila a la derecha, subí al microbús y la salude con algo de sorpresa, en ese momento me di cuenta que yo había jugado sucio a ese intento de fe que había tenido al atravesar “la primera”, pues en lugar de arrogarme a la suerte escudriñe cada camión y la encontré. No me importo mucho esa reflexión y empecé a hablar torpemente con Ella. Pregunte toda clase de trivialidades para romper su constante cara de seriedad. Entonces escuche sus mini relatos sobre su regreso de la tokada, y como después de perder dos micros había decidido subir en este aunque no fuera el más conveniente. Ella estaba algo sacada de onda, pues la coincidencia parecía extrema, ninguno de los dos toma esa ruta y nos encontramos en ella, aunque para mí la única coincidencia era que ella pasara justo en ese momento por calle Juárez. Espere a que hiciera un comentario sobre “lodelsabadopasado”, pero en lugar de eso me comento como estaba con dos amigos esperando el camión cuando se decidió por este, un amigo y su novio, corrigió sin mucha expresión. Seguimos hablando, aunque no recuerdo bien de que, yo volteaba a verla con expresión imbécil y dándome cuenta que todo esa valentía que había imaginado el domingo por la mañana, cuando pensé que ese mismo lunes iría a buscarla a su trabajo para invitarla a salir, no había sido más que fanfarronerías de almohada. Hablábamos de esto y aquello sin problemas, pero estaba yo cristalizado como para recordarle que me gustaba. Nos dimos cuenta que no íbamos ni hacia punta Banda ni hacia Chapultepec e hicimos la parada en la esquina. Bajamos justo en la última cuadra de Valle Dorado, antes de llegar a Villa Colonial. Seguíamos por la Avenida de los lagos mientras me describía como llegar a una fiesta el próximo sábado, se reía mientras describía el lugar, recordando que un parquecito placoso justo frente al lugar del evento. Cruzamos Reforma y luego marchamos sobre el estacionamiento de Calimax, ambos sin decir una palabra. Llegábamos a una avenida y ella dijo que había estado pensando en lo extraño del encuentro. Caminábamos hacia la playa, mientras nos burlábamos de mis intentos por llegar corriendo hasta Chapultepec, con mis pulmones de deportista de alto rendimiento, por falta de dinero para otro camión. Cruzamos P. Loyola junto un basurero, apestaba, ella señalo que ahí vivía un Tepo, y yo me reí incrédulo. Entonces le comente que si podían vivir tepos en los camellones del DF, también era probable que vivieran en los basureros de Ense-nada. Caminamos tres cuadras más y dije que ella vivía ahí, nos despedimos pero no la vi. Camino hacia su casa y yo me seguí de largo hasta la playa, camine sin parar de reírme de mi mismo, esto había sido una broma pesada.
Parte V
La mayoría de los religiosos pasan su vida imaginando un tremendo, grande e inimaginable (duh) dios capaz de desaparecerlos si se le antoja, lanzarles rayos, enfermarlos de cáncer para poner a prueba su fe, aunque también enfermen miles de ateos que no tienen mucha fe que probar (aunque cuando esto sucede los religiosos acuden al argumentando que han enfermado para que recuperen, si es que alguna vez la tuvieron, su fe). Un dios que se maneja de maneras misteriosas y que ha elegido a algunos tipos muy simpáticos para comunicarle sus deseos al resto de la humanidad. Un Dios en gigante, varón y todo poderoso es algo que solo se le ocurriría a un tipo con complejo fálico y un enorme desapego al mundo externo. Seguramente Dios es pequeño, mucho más pequeño que nosotros, quizá una organización tremendamente pequeña dentro de los átomos que por selección natural, sobrevivieron a los primeros segundos después del big bang, ya que seguramente muchos otros átomos no fueron estables y desaparecieron. Al igual que muchas estrellas seguramente no cumplieron los requisitos físicos y sucumbieron ante sí mismas. O los planetas que no llegaron a formarse debido a que su atracción con respecto a su estrella los hizo escapar hacia el infinito convirtiéndose en asteroides o caer irremediablemente hacia ella. Así también seguramente muchos compuestos orgánicos fracasaron en sus ensambles de vida antes de formarse la primer alga microscopica, para que esta misma evolucionara hasta llegar a formar seres ingeniosos y un tanto egocéntricos capaces de afirmar que habían sido creados (¿?) para controlar todo lo que sus ojos pudieran ver, que posiblemente y después de muchos fracasos, podrían a su vez dar paso al siguiente estafetero de la cadena de la evolución, viéndose a sí mismos como elementos de transición y no como obrar maestras, si dios es caprichoso, lo es de las maneras mas bizarras pero dentro de sus leyes, como toparse "inespereadamente" con alguien y terminar a puertas de su casa. Caminaba ensimismado sobre la orilla del mar, justo sobre esa arena mojada que no es chiclosa. Había cruzado a la zona militar y una Hummer del Ejército se acercaba lanzando sus luces contra mí. Se detuvo a unos metros y pensé que lo más conveniente sería acercarme. Me cuestionaron sobre mi procedencia y mi destino (me reí para mis adentros) y sobre el contenido de mi mochila y después de esto me dejaron continuar. No habían pasado dos instantes cuando retrocedieron y se ofrecieron a llevarme hasta Chapultepec. Subí, di las gracias, y avanzamos sobre la arena en silencio. Eran dos militares, posiblemente oficiales que habían tenido la mala suerte de patrullar ese día a las once de la noche. Cada uno con un rifle a su derecha. Fue algo sumamente extraño, y pensé que seguramente los militares no son malas personas, aunque estén dedicados a matar, suprimir rebeliones y últimamente atender los caprichos de la alta sociedad mexicana, tal vez no todos eran psicópatas. Pensé en hacerme Presidente de la República para condecorar a esos dos buenos soldados de la Patria, e inmediatamente aniquile mi idea pensando que lo mejor sería que no existiera ejército, pueblo armado y trabajador, diaria el Centauro del Norte. Baje de la unidad en la puerta al público en de Chapultepec. El ejército mexicano no es muy riguroso, eso siempre me ha gustado. Camine hacia mi casa, y seguí riendo de mi suerte.
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