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miércoles, febrero 03, 2010

De Confesiones

"Amo los buenos recuerdos, los grandes e importantes recuerdos, pues todos ellos tienen en común algo bello. Esa clase de recuerdos generalmente son los que mas falseamos, y los que entregamos de lleno a la imaginación. Son las memorias que, con el tiempo, como un buen vino, cada vez son mejores y más deliciosos, hasta el punto de ser capaces de embriagarnos y oponernos a nuestra actualidad, a nuestra realidad. A diferencia de los malos recuerdos, los que en el mejor de los casos olvidamos y en el peor los recordamos a detalle, los buenos son prestos a exageración, a extrapolar las cualidades, los colores, los sonidos, los lugares que esten involucrados. Como las buenas fotografías que se editan para que los colores resalten de manera impresionante, solo que nuestra mente con toda seguridad puede olvidar la diferencia entre el original y el editado, y quedarse con este ultimo para volverlo a editar. Amo los bellos recuerdos, porque son la droga que te hace capaz de sobrevivir ante cualquier situación. Tambien los odio, pues al hacérmelos tan bellos, olvido la realidad de ellos, su verdadera belleza, lo que me hace desperdiciar los nuevos de manera despectiva, como si no fueran lo suficientemente buenos para admirarme con ellos."


Esa ha sido por mucho tiempo mi crisis de éxtasis, de apreciación, supervaloración y desprecio de los sucesos de mi vida.