Haz Click Para Ver Perfil

martes, noviembre 10, 2009

De Recuerdos Y Sueños

Abrí los ojos y mire en todas direcciones. Dedique un instante al proceso, rutinario para esto casos, de recordar tantos detalles me fuera posible. Me reí y levante, mientras Cristo hacia ademanes. Encendió el auto y nos estacionamos dentro de la Lázaro. Cuando entramos busque el baño asqueroso que al que el día anterior me había llevado Valeria. Entonces me asee lo mas que pude y después, ante los quejos de mi estomago, le pedí a Cristo que pagara su promesa de alimentos. Antes fuimos a las conferencias que había en el gimnasio de la escuela, y entre actos formales y platicas de poder, pasamos un no tan largo rato. Después de descubrir que no había nada de comer en la escuela salimos rumbo al Charro, bajo el puente de Aguacaliente. Tomamos un desayuno de lujo, la mesera nos atendía mientras charlábamos de política y moral. Al volver a la escuela pregunte la hora y pensé que era momento de llamarla. Le marque y le di el numero de Cristo para que me marcara, ya que tenía pocas monedas. Escucharla fue estremecedor, su voz sonada extraña, era una forma que no había escuchado antes. Acordamos vernos en el puente de Aguacaliente, en quince minutos aproximadamente. Volví al gimnasio y le pedí a Cristo que fuéramos por mis cosas, tome todas menos mi cinto. Cuando camine hacia el punto de encuentro me di cuenta que algo andaba mal. No podía recordar quien me había dicho que cosas, pero no solo de la noche pasada, si no de nada en absoluto. Me sentí contrariado y empalidecí, creí que me había vuelto loco. En el puente calcule el tiempo y pensé que había pasado algo. Con miedo a desatinar, fui a la peletería cercana y le pedí un vaso de agua a la muchacha que atendía, necesitaba tomar mi contado medicamento. Después de esperar un rato escuche que alguien grito mi nombre y puse ojo atento. No vi a nadie hacia ninguna dirección. Unos instantes después escuche unos pasos y su voz. Ahí estaba, bajando del puente. La abrazè y me reclamo que habíamos acordado vernos del otro lado del puente, aunque yo no lo recordaba. Caminamos y resentí la falta de cinto. No podía correr sin que se me cayeran los pantalones. Llegamos al auto de su hermana, bastante americano pues yo supuse que vendría en un auto pequeño algo descuidado, un Renault para ser fiel a mi suposición. Subimos mientras su hermana hablaba de lo tarde que llegaría con su psicólogo. Después de un corto tiempo llegamos a una casa sin indicación alguna. Nos quedamos en el auto. Fue una situación extraña, y realmente no recuerdo muchos detalles de ese momento, solo recuerdo besos, reacomodos y arrinconamientos de manera aislada. Fui al baño del psicólogo a asearme, y entonces descubrí el filo mental con que había despertado ese día. Sonreí mientras me duchaba en un lavamanos. Volví al auto y aprovechamos el tiempo hasta que su hermana salió del Psi. Nos dirigimos a casa de su "sis" mientras yo desarrollaba un aburrido monologo sobre valores y moral femenina y masculina. Cuando llegamos descubrí que mi hipótesis era cierta, pues este auto era de su esposo, aunque no era un Renault precisamente. Entramos y me sentí cómodo desde el primer paso que di en esa casa. Algo me gusto mucho, y no realmente que. Pedí el baño para ducharme decentemente, y cuando salí, ya cambiado totalmente de aspecto y vestimenta, y sin que pasara mucho tiempo, estábamos los dos recostados en cama de sus sis, a corta distancia pero no tan juntos. Pasó un largo rato, y su sis nos propuso ir a pasear a Bruno, su perro. Tome a Bruno y salimos. Nos tomamos de la mano mientras yo hacía actos disciplinarios para su perro, aunque en realidad no sabía si eran correctos pero asumí que si. Caminamos calle arriba y doblamos a la derecha en la última calle. Cruzamos la avenida y nos sentamos en una escalera. Nos besamos, y esta vez sentí una ligera sobredosis de alguna hormona marica en mi cuerpo. Bruno empezó a lamerme y yo hice una broma. Cuando te vi reír, me sentí en las nubes. Seguimos caminando y bajamos por la calle de Cobach. Llegamos a un parquecito, entramos y nos sentamos en una banca, sostuve a Bruno con una mano y con la otra a Ella. En ese momento di otro salto cuántico, pues momentos así no tengo muchos, y nunca en vida había sentido esa clase de cosas dos veces en un día. Amarre a Bruno y nos recostamos en el pasto un rato, te buscaba, te quitabas, te reías, y entre tanto juego se nos fue el tiempo hasta que decidimos irnos. Llegamos a tu casa, pero salimos de nuevo rumbo al parque de "arriba". Llegamos le quite la correa a Bruno. Pasamos un rato, y luego abrazados en el pasto, hablamos hasta llegar a la melancolía. De repente te vi llorando, y sentí que me moriría. Poco después llego tu hermana, y entre fotos y bromas pasamos otro rato de ese día tan familiar. En realidad que pocas veces he pasado tiempo así, pero me gusto. Volvimos a tu casa, y tras un rato, acordamos ir a comprar provisiones para cocinar. Fuimos al calimax cercano, y tras una sesión de selecciones, imposiciones, hurtadillas, e incluso unos cuantos besos, válgame la redundancia, volvimos a casa. No sé que tenía esa cama que nos invitaba a tirarnos, para quedarnos viéndonos. Tu hermana cocino con tanta pimienta que yo no paraba de toser, creo que nunca había tosido tanto antes. Tras su sesión de cocina siguió la mía. Unas tostadas de carne y atún tostado fueron el resultado. Comimos y nos preparamos para salir a nuestras fiestas. Salimos de su casa, y pasamos por alguien, luego llegamos a una estética. Tu y yo nos fuimos al auto mientras arreglaban a las demás. Esos momentos eran verdaderamente delirantes, una mezcla de tensión y pasión no tan peligrosa, pero demasiado intensa. Cuando llego tu turno, entramos y me senté mientras veía como te cortaban el copete y te alaciaban el pelo. Curioso look. De ahí partimos a casa de una amiga de tu sis. Y mientras se maquillaban tu hermano y yo veíamos la película de Beatlejuice, cuando terminaste y viniste a sentarte junto a mí, me sentí como aquel día que bailaste en el arte y expresión, estúpido. En realidad lucias hermosa, más que de costumbre, y de tus tres mil caras y expresiones esa la recuerdo más vivamente. ¿Quien dice que le físico no importa? Ja!... Aunque siempre me has parecido hermosa, y rara, hay momentos de éxtasis que no se pueden mezclar con los demás. Subimos al auto y me dejaron en el centro. Camine hasta el CECUT y el Starclock ya había comenzado. me gustaron el baile y la música, los colores, las pantallas. Tras un largo rato de placer visual, auditivo y mental, encontré a Cristo y fui hacia donde el. Tras otro largo rato, de mejor placer visual, auditivo y mental, pues se intensifico la obra, partimos hacia Playas. Llegamos a la casa de Andrés, y empezamos a cotorrear con tantos conocidos. Después de un rato le propuse a Cristo ir por ti, me prestó las llaves siempre y cuando consiguiera un conductor. Así al cabo de unos minutos, con buenas indicaciones y sentido de orientación llegamos. Subieron tu y tu hermano. Y de vuelta en casa de Andrés, sentí otro salto cuántico mas, ahí, tu y yo, cotorreando con amigos, bebiendo y comiendo ligero, fue algo bien. Lo bueno dura poco, y tu hermana marco avisando que ya pasaría por nosotros. Todos los claneros no la pensaron en salir a intentar convencerla de quedarse un rato, en realidad que debió hacerles caso. Cristo me reclamo que si prefería irme con mi novia que quedarme con los compas, no pude evitar reírme, ¿que no es obvio?. Y partimos de vuelta a casa. Cuando llegamos te cambiaste para dormir, y yo prendí la televisión. ¿Pretextos? Trajiste cobijas, y viendo capítulos de CSI pasamos una eternidad frente al televisor. Noche intensa, noche hermosa. Tus brazos, tus manos, tu boca, tus ojos y tu respiración, entre todas me devoraban. En ese momento que la televisión no se apagaba, recargue mi cabeza en tu hombro, y no pude evitar dormir.